No sé realmente cómo explicarlo, sólo sé que necesitaba que el laberinto de mis pensamientos encontrara un camino con un poco de luz, y por un instante puedo decir que lo encontré.Fue de esas noches con olor a insomnio, de luna ausente e insidiosa oscuridad que te impregna los poros. Molesta, cansada de rotar sobre mi eje, huí sonámbula de aquel inhóspito lugar, nido y cuna de mis propias ideaciones.
Y caí de bruces frente al lienzo, que se presentaba ante mi con un blanco inquietante y que retaba todas las posibilidades de color enfrentándome a nuevas textura diluidas con extrañas sensaciones.
Esta vez mi cámara en automático no me salvaría la foto que esperaba en mi mente para ser digitalizada. La luz, mi caballo de batalla que se materializa en una continua lucha con el balance del blanco para terminar con un yo polarizado de tanta técnica, que en ocasiones me satura .
Y así fue como la necesidad de digitalizar dio protagonismo a mis manos e impregnando mis dedos de oleos, como único pincel, me propuse dar a luz, a la luz que imaginaba.
Y esta creación, ahora sí, doblemente digital es la que quiero compartir con mis amigos desde la experiencia positiva de la creatividad como terapia en una búsqueda constante de recursos que te permitan redibujar tu vida y créanme que funciona.
La luz.
Tengan un instante para dedicar al video de Toquinho, que acompaña a este blog desde su creación y que es el mejor adorno musical para esta nueva entrada.
